ÉXODO PUBLICITARIO
En algún momento entre firmar contrato y recoger mis cosas reincidentemente, me he dado cuenta que el camino al éxito en estas chibchas tierras no esta asfaltado 100% por el conocimiento sino que está reparchado con una mezcla entre habilidad, empatía, conveniencia y oportunidad.
Mi ciudad está atestada de huecos, de trancones, ladrones, malicia e ignorancia colectiva, y no muy diferente se muestra el panorama corporativo donde el diseño muchas veces repara los huecos estratégicos de los cuatreros de mérito intelectual que muy eficientemente enmugran el desarrollo de una profesión que algunas veces nos sabe a whisky, otras a pizza y otras a mierda.
Según la encuesta Américan Economy Intelligence 2014, Río de Janeiro se muestra como la mejor ciudad para ser profesional si se es joven (entre 26 y 35 años), Miami, la mejor para vivir en familia si se es adulto, Buenos Aires con la vida cultural más interesante y Bogotá como la mejor para "hacer negocios"; Para ser diseñador la mejor es Tokio, para ser Publicista la mejor es París, para trabajar en marketing Londres.
Publicidad y Diseño como profesión, más que Mercadeo, son títulos más nobles que gratos en Colombia. Acá los méritos tienen la caducidad y alcance de una estatuilla de festival, las agencias enmarcan al trabajador en un criterio de valor que multiplica el perímetro de sus contactos sociales, lo divide por la experiencia, lo promedia con la presencia y deja la edad como índice. Una vez se contrata al catecúmeno, empieza la carrera por su ascenso, en el que se encontrará con dilemas como asentir lo que el cliente cree, lo que el jefe quiere, lo que el dueño busca o a precio de memorando hacer lo que el sabe y ama hacer.
En el trasegar laboral se viaja de un estado a otro, de la euforia de llevar a cabo una gran idea a la represiva sensación de que no se haga o mute en un minotauro de opiniones, se embarca en un tren de positivas posibilidades resultantes de ser el "empleado del mes" y se cae en la blanca playa de ideas como "montar empresa", renunciar y "dedicarse al arte" o resistir y escalar a ser "el jefe"... Ese es el modelo de desarrollo laboral actual.
En un momento de mi vida se me presentó la oportunidad de cambiarme de avión, estaba en pleno vuelo hacia la utópica e imaginaria playa y se apareció el Jet privado del cliente invitándome de copiloto. Tentado tomé mi portafolio como pasaporte, mis aptitudes de paracaídas y mis horas nalga de años en el vuelo "comercial" de las agencias y salté.
Poco a poco me fui dando cuenta que Dinero es el apellido de casados con una profesión que persigue la carrera de la rata, advertí que las ordenes que las agencias de publicidad siguen en muchos casos son resultado de la cocción entre 10 corbatas en 5 minutos y por ello el plato resultante entre una mente pensando en dinero y otra comunicándolo a regañadientes es la lavaza que bautiza nuestra sociedad de consumo como Publicidad, la misma que se volvió un tiquete de castigo de 15 segundos a la hora de querer ver un contenido. La ambición de quienes tienen, la ceguera de quienes deciden, la arrogancia de los que mandan y la indiferente resignación de los que hacen, nos convierten en andariegos vagabundos preocupados por vernos bien, tener dinero, trabajar duro y continuar con la espiral laboral, sacando el pulgar al mejor postor que nos lleve adelante en este polvoriento tramo en círculos.
He sabido de conterráneos allegados que han decidido empacar los cucos en una bolsa y llevarse un sobrepeso de conocimiento, experiencia y sueños en su equipaje de cráneo hacia nuevos territorios, han cambiado el monitor de 27" por uno de 11" o hasta un trapero, han dejado atrás las 12 horas de trabajo, las 4 de trancones, los 15 días hábiles y los fines de semana almorzando en la zona "play" como premio y consuelo de una semana remando y ahora están mirando hacia adelante para tener hoy lo que Ud. y yo perseguimos desde ayer y a diario, y no hablo del ascenso, el incremento o artículos de plástico y metal.
Visitar otros teatros nos alimenta el espíritu, nos abre la mente, nos hereda y siembra cuestionamientos comparativos y nos condena a ineludibles dudas sobre el camino a recorrer. La mente creativa siempre está en búsqueda de alimento, de respirar, aprender, permitirse dudar del pasado, desaprender y replantear su corteza. Al final de la pista, siempre se aterrizará en lo que eres y amas hacer.
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